2.21.2009

Mar, el niño de agua

Mar es un niño que vive con sus padres en una casa muy cerca del mar. Su juego favorito consiste en bajar a la playa y llenar su cubo con arena, algas y caracolas. pero esto es sólo el principio... Prepárense, pequeños (y grandes) lectores de Mar, el niño de agua, para sumergirse junto al protagonista de este cuento en el maravilloso juego de la sorpresa, el descubrimiento y la construcción de un mundo propicio. Un hermoso viaje exterior e interior hacia la maravillosa e inagotable fuente de la imaginación. (texto contraportada)

Escrito por Ana Ramos e ilustrado por Manolo Garcés





Editorial Toromítico


Reflexiones sociales y culturales sobre Mar, el niño de agua


a) La deriva situacionista es una acción que practicaban un grupo de artistas vieneses, allá por la década de los sesenta, que tenían como nombre los situacionistas. El objetivo de la práctica de la deriva era el paseo errático, un caminar sin una trayectoria determinada, “creación de un microambiente transitorio y de un juego de acontecimientos para un momento único de la vida de algunas personas” (declaración situacionista). Se trata de perderse en un tránsito dinámico por áreas desconocidas de la ciudad para encontrarse con lo imprevisible y lo desconocido.
Mientras que los situacionistas provocaban conscientemente esta evasión a lo recóndito, el recorrido que hace Mar por las diferentes escenas del cuento es el juego de la deriva, un paseo inconsciente e inherente al niño por el cual se descubre y se conoce. El cuerpo interactúa con el entorno inmediato desarrollando sus capacidades kinestésicas, al tiempo que la mente conceptualiza los continuos hallazgos y misterios que interpone el hábitat virgen en el que crece. El carácter industrializado de los juegos y la planificación de zonas habilitadas para el recreo en la ciudad representan una antítesis del ecosistema intacto en que nuestro personaje se desenvuelve. Este virginal espacio de lo lúdico es una invitación al lector para caminar, descubrir y defender las zonas de naturaleza protegida, que todavía hoy oxigenan a nuestra contaminada Tierra.

b) Ya que los primeros dibujos de los niños se parecen en su estilo en todos los lugares del mundo, pensé que el cuento podía llegar a un público diverso si el carácter de las ilustraciones tuviera ese toque de inocencia habitual en las creaciones infantiles: la piel del personaje la hice voluntariamente oscura como la de un mulato; al padre lo imaginé negro y la madre, de un tono más claro. Me pareció, pues, educativo mostrar una familia con un aspecto distinto y en un escenario de naturaleza salvaje contrario al orden urbanístico de la ciudad. Los receptores del libro iban a ser, principalmente, niños españoles de piel blanca, que crecen en una cultura distinta, con valores y modos de vida que se diferencian del sentido intuitivo, espiritual y creativo en el que Mar es educado. Por esta razón, el libro no sólo sería para el niño un objeto de goce estético sino, también, un ejercicio de reflexión sobre otras formas de jugar, aprender y existir.

c) La figura de Mar encarna un modelo de niño que aprende y asimila el entorno que le rodea a través del contacto físico con los elementos de su contexto cotidiano. Demuestra gran curiosidad por conocer las cosas en toda su magnitud; se acerca a ellas, proyectando su imaginación para convertirlas en entes llenos de vida, magia y energía. A la tercera dimensión se le añade una cuarta con más volumen si cabe: la fantasía. Así, Mar construye su universo en un sentido holístico: más sensible, espiritual, emotivo y racional con el medio.
Pero nuestra realidad actual es otra. En este sentido, vienen bien las palabras de Paul Virilio cuando afirma que “al correr parejas la progresiva digitalización de las informaciones audiovisuales, táctiles y olfativas, y la desaparición de las sensaciones inmediatas, la semejanza analógica de lo cercano, de lo comparable, cedería su primacía a la sola verosimilitud numérica de lo lejano, de todos los lejanos, contaminando así definitivamente la ecología de lo sensible”
A mi juicio, la era digital está ocasionando que nuestra percepción y entendimiento se vayan haciendo más planos, sobre todo si confiamos en que lo que vemos en la pantalla de nuestra televisión u ordenador es realmente lo que acontece. La realidad virtual sólo nos muestra una porción reducida del medio físico y material del mundo; la experiencia directa con lo tangible es algo muy distinto a la trama de unos y ceros que codifican la maquinaria de los sentidos. Por este razonamiento, Mar se convierte en el abanderado de un minoritario grupo de niños “de lo cercano”, que cimientan su desarrollo personal explorando con entusiasmo la corporeidad del espacio y las formas. Éstos interactúan con los ambientes abiertos (la ciudad, el campo, la playa, la montaña, etc), hacen de la calle el teatro de sus juegos y se calzan el disfraz de la imaginación para transfigurar el paisaje inmediato. Porque estos niños “de lo cercano” utilizan sus cinco sentidos (tacto, vista, oído, olfato y gusto), y de este modo, se fabrican un universo más rico y sensible en experiencias.
Manolo Garcés

2.19.2009

Sharaija murió con trece años

Sharaija murió con trece años es un libro en el que se mezclan la poesía, el teatro y el cuento. Su autor, Eduardo Chivite, nos cuenta la historia de una niña muerta, pero inofensiva, que vaga entre muebles que crujen y espejos de luces doradas, y está aquí para mostrarnos el camino de retorno al cielo olvidado de la infancia. Con estos dibujos, salteados entre capítulos, intenté dar vida al escenario y a los personajes de esta oscura, fantasmal y entrañable historia de Eduardo.Esta obra está publicada por la editorial La Bella Varsovia y ha sido llevada al teatro por Thalia teatro y Efímera Diseño Escenográfico.